miércoles, 27 de febrero de 2013

Homi K. Bhabha: de la institución de la palabra a la hibridez




Los siguientes seis puntos resaltan las ideas principales para realizar una lectura que comienza con el libro como institución a la hibridez como generador de la cultura desde la crítica poscolonial que plantea Homi K. Bhabha.

1.- El libro se convierte en un suceso que excede los límites regulares de la naturaleza en la medida en que es repetido. La repetición está marcada por un malentendido. Bhabha analiza el funcionamiento de un texto como institución de la palabra con el objetivo de observar los mecanismos de la colonización. En el marco de la colonización la institución de la palabra es un proceso de desplazamiento, distorsión, dislocación, repetición que, en un primer momento, tiene implicaciones en la conformación de una estructura social para la dominación del sujeto colonizado.

2.- La colonización sitúa dos espacios: el occidente y el oriente. La escritura del colonizador es lo universalmente adecuado, en la idea del libro inglés se representa la escritura del occidente. En el contexto de la colonización inglesa, la escritura de Occidente es la autoridad cultural inglesa.

3.- En 1817, la colonización inglesa se planteó el objetivo de homogenizar cultural y lingüísticamente a India, este trabajo se llevó a cabo a través de la instrucción del idioma inglés, a través de sociedades misioneras se esperaba la conversión de los nativos para que prestaran un mayor servicio a la causa de la religión. La colonización inglesa en India se fundó en una misión civilizadora que describen una autoridad inglesa. En la literatura se observan los mecanismos de colonización tanto en la mimesis como en la ejemplificación de la escritura del poder colonialista. El libro inglés es un significante de la autoridad que se funda en una articulación colonial, el cual es su modo de autoridad. La escritura inglesa que se asume como universal describe una única identidad inglesa. Una única identidad inglesa se basa en un símbolo universal; sin embargo Bhabha está interesado por los efectos de poder, por la inscripción de estrategias de individuación y dominación en las prácticas que construyen el espacio colonial.

4.- Una de las interpretaciones del espacio colonial es la de Derrida, que se fundamenta en la interpretación del acto mimético de la lectura. La interpretación de Derrida no descifra el sistema específico y determinado de interpelación a la presencia del inglés que está en el efecto de contenido. La estrategia de interpelación compromete la cuestión de la autoridad. La metáfora de la presencia se refiere al proceso por el cual el contenido es fijado como un efecto del presente, para comunicar este efecto del presente la mirada estructurada del poder tiene como objetivo la autoridad. El efecto de realidad construye un modo de interpelación en el que un complemento de sentido produce el momento de la transparencia discursiva, es el momento en que bajo la falsa apariencia del presente, lo semántico parece prevalecer sobre lo sintáctico, el significado sobre el significante, lo transparente no es simplemente el triunfo de la captura imaginaria del sujeto en la narrativa realista ni la interpelación última del individuo por la ideología.

5.- Bhabha propone un sistema de disposición, en donde el lugar de la otredad no es externo u oposicional; es una presencia que actúa constantemente a lo largo de la frontera de autorización. Desde este punto de vista la teoría se convierte en una praxis social, que da su lugar a la verdad en tanto conforma lo político y lo económico. La presencia de la autoridad es ambivalente en su articulación colonial.

 

6.- La hibridez es una problemática de la representación colonial. La cultura es un espacio colonial de intervención y enfrentamiento, es la huella del desplazamiento del símbolo al signo, la cultura se puede transformar por la hibridez. La lectura de la hibridez de la autoridad colonial altera la demanda que figura en el centro del mito originario del poder colonialista.

 

Bibliografía

Bhabha k. Homi, “Capítulo VI: signos tomados por prodigios. Cuestiones de ambivalencia y autoridad bajo un árbol en las afueras de Delhi, mayo de 1817” en Bhabha K. Homi, El lugar de la cultura. Buenos Aires: Manantial, 2002.

Iconografía:
Cabrera, Miguel. "De español y de india: mestiza" de 1763. Pintor Oaxaqueño del siglo XVIII de la Nueva España. 

martes, 26 de febrero de 2013

"Crisis" de Edward Said




En el siglo XX se configuró a plenitud el campo especializado de la Teoría Literaria en el marco disciplinario e interdisciplinario de la Literatura. La construcción de la teoría se realiza en los centros académicos y de investigación más prestigiados de Europa Occidental y los Estados Unidos.

El referente del debate teórico actual va desde el formalismo hasta los estudios postcoloniales. Los enfoques o aproximaciones al hecho literario son diversos: formalismo, estructuralismo, postestructuralismo, semiótica, psicoanálisis, hermenéutica y teoría de la recepción, crítica cultural marxista, sociocrítica, feminismo, estudios culturales y estudios postcoliniales.

El siglo XX es el siglo de la muerte del autor. El tránsito del formalismo a los estudios postcoloniales no significó una cancelación de lo que el gesto formalista trajo para los estudios literarios, sino la acumulación y ulterior apertura hacia campos disímiles, por continuidad o ruptura, ese arco indica un proceso de entrada para otros géneros literarios, otras obras y textos, otras escrituras y literaturas; para otros sujetos –marginales, subalternos, postcoloniales, postmodernos–, que escriben y que leen o que son leídos en y desde diversos horizontes de expectativa: canon, identidad y diversidad, deseo, género sexual, raza y etnicidad, nación/nacionalidad/colonialismo/imperialismo y ética.

La comprensión contemporánea del fenómeno del poder, de su ramificación reticular y de la creación simultánea de su resistencia, se corresponde con un momento histórico en que ciertos espacios de saber son cuestionados y perturbados mediante la acción, y otros son movidos por la entrada autorizada de una reflexión sobre la naturaleza misma de los fundamentos de la cultura llamada occidental y de su canon literario. La irrupción de lo local, de lo diferente, de lo marginal, del sujeto escindido por la práctica colonial e imperial, racial y de género, crea un foco de problemas a los cuales hoy dirige su atención la teoría.

Edward Said (Jerusalem 1935 – Nueva York 2003)

Profesor de la Universidad de Columbia, desempeñó un papel importante en los estudios literarios a partir de la década de los sesenta. Su discusión con el postestructuralismo, su apropiación creadora del pensamiento foucaultiano, su crítica a la diseminación derrideana, se han entretejido en sus propuestas de crítica literaria, teoría literaria y crítica cultural. Said acepta una posición postestructuralista, pero mientras considera en enfoque de Derrida como estrechamente textual, prefiere la posición de Foucault, que permite ir más allá de lo textual hacia la dimensión social y política de los escritos.

Para Said, los estudios literarios ya no pueden ser considerados como omnicomprensivos, pues sus propios límites no son determinables. Desde esa perspectiva inserta los textos literarios, por ejemplo, en la problemática cultural y política de los sistemas colonial e imperialista, de los temas de la cultura de resistencia, del debate sobre la nación, la raza y el género, puntos de visible actualidad que plantea en Cultura e imperialismo (1996).

Su libro clásico es Orientalismo (1978), con el que se considera a Said como uno de los iniciadores de la crítica postcolonial. En Orientalismo se observa un interés por el sujeto colonial en las representaciones europeas sobre el Medio Oriente, su interés es mostrar que las descripciones de la cultura no se avienen con la realidad y sus contornos, sino con el discurso construido por el imperialismo. En el fragmento final de la primera parte del libro titulado “Crisis” demuestra cómo el Oriente ha sido fabricado por el orientalismo. El marco de la reflexión de Said es inclusivo, utiliza como ejemplos textos literarios de Goethe, Hugo, Nerval, libros académicos de Historia, filología, relatos de viajeros, la acción de las sociedades de estudios orientales y asiáticos, una textualidad múltiple y variada que ilustra la construcción discursiva del orientalismo, y de la impronta modeladora de mentalidades y actitudes de las formaciones articuladas desde el poder: el orientalismo como una suerte de proyección y deseo de dominio occidentales en el Oriente, como algo inmutable frente a Occidente; el vínculo entre el imperialismo y las ciencias humanas.
La importancia del fragmento “Crisis” está en la operación metodológica practicada por Said que permite formular interrogantes para otras alteridades: geográficas, étnicas, de género, pues en última instancia la interpretación aquí se basa en la necesidad de desmontar los discursos que desde el poder se codifican sobre el Otro.
En el capítulo titulado “Crisis” en Orientalismo, Said comienza por explicar la importancia dentro de la cultura del texto como generador de conocimiento, para resaltar que el texto no sólo puede crear conocimientos, sino la realidad misma que pretende describir. Con el paso del tiempo, conocimientos y realidad crean una tradición, o lo que Michel Foucault llama discurso, cuya presencia o peso materiales, y no la originalidad de un autor dado, son los verdaderos responsables de los textos creados a partir de ella.
En “Crisis” se señala a Napoleón como uno de los primeros hombres que trazaron planes para el oriente. Napoleón dirigió una expedición militar a Egipto en 1798 e inició un estudio académico sobre ese país. A partir de la figura de Napoleón como el primer imperialista, Said elabora una crítica al discurso del imperialismo. Para Napoleón, el Oriente era algo que podía conocerse y enfrentarse a causa de los textos que hacían posible ese Oriente. Se trataba de un Oriente silencioso, al alcance de la mano para que Europa realizara proyectos que involucraban a los orientales, pero sin responsabilizarse directamente con ellos. Era un Oriente incapaz de oponer resistencia a los proyectos, a las imágenes o a las simples descripciones de las que era objeto. Se trataba de una relación entre lo escrito en Occidente y el silencio de Oriente, resultado y muestra del poderío cultural de Occidente y de su determinación de dominio sobre Oriente. Sin embargo, el poderío reviste otro aspecto, cuya existencia depende de las presiones de la tradición orientalista y de su actitud textual con respecto al Oriente. Este aspecto tiene vida propia. La perspectiva que rara vez se ha empleado para dibujar a Napoleón es la que nos permite verlo avanzar en ese silencio sin dimensiones en el que se ubica el Oriente, sobre todo, porque el discurso del orientalismo, más allá de su incapacidad frente a ellos, dio sentido, inteligibilidad y realidad a su empresa. El discurso del orientalismo y aquello que lo hizo posible pusieron a su disposición orientales caracterizables cuales los que aparecían en obras como Description de l´Égypte.
Said explica que durante los siglos XIX y XX, las filas de los orientalistas se engrosaron considerablemente porque durante ese período los alcances de la geografía, real o imaginaria, se hicieron cada vez más pequeños y porque las relaciones entre Oriente y Europa estaban marcadas por la irrefrenable expansión europea en busca de mercados, recursos y colonias, y finalmente, porque el orientalismo completó su metamorfosis de un discurso académico en una institución imperialista.
La época de esplendor del Orientalismo fue el siglo XIX, produjo eruditos, provocó un instrumento en el número de lenguas que se enseñaban en Occidente, así como en la cantidad de manuscritos editados, traducidos y comentados. En muchas ocasiones, el orientalismo dio al Oriente estudiantes interesados en temas como la gramática del sánscrito, la numismática fenicia y la poesía árabe.
Para Said, el Orientalismo atropelló al Oriente, como sistema de pensamiento acerca del Oriente, su punto de partida siempre fue un detalle específicamente humano, para luego desplazarse a una generalización transhumana. El orientalismo presupuso un Oriente inmutable, completamente distinto a Occidente. El orientalismo en la forma que asumió  después del siglo XVIII, fue incapaz de emprender una revisión de sí mismo.  
Desde las últimas décadas del siglo XVIII, y por lo menos durante ciento cincuenta años, Gran Bretaña y Francia estuvieron a la cabeza de la disciplina llamada orientalismo. Los grandes descubrimientos filológicos que Jones, Franz Bopp, Jakob Grimm, y otros, realizaron en el campo de la gramática comparada se deben a los manuscritos que llegaron de Oriente a París y Londres. Casi sin excepción, todos los orientalistas empezaron su carrera como filólogos. El orientalismo se caracterizó por dos rasgos:
1.- Una nueva autoconciencia científica, basada en la importancia lingüística que Oriente reviste para Europa.
2.- Una tendencia a dividir el objeto de estudio con la creencia de que Oriente era siempre el mismo objeto, inalterado, uniforme y de una singularidad radical.
Lengua y raza parecían estar unidas con un lazo indestructible, el Oriente “bueno”  se situaba siempre en un periodo clásico, en algún lugar de una India perdida en el tiempo, mientras que el Oriente “malo” se podía ver en partes del Asia actual, en algunos sitios de África, y en cualquier lugar del mundo islámico.
La genealogía intelectual del orientalismo incluye a Gobineau, Renan, Humboldt, Steinthal, Burnouf, Remusant, Palmer, Weil, Dozy y Muir, por mencionar sólo a algunas de las celebridades del siglo pasado. También la difusión de las Sociedades de estudios como la Société Asiatique, fundada en 1822, la Royal Asiatic Society fundada en 1823 por mencionar algunas. La contribución de la literatura de ficción y de viajes. A finales del siglo pasado, estos logros fueron posibles por la ocupación europea de todo el Cercano Oriente, las principales potencias coloniales fueron Francia y Gran Bretaña, colonizar significaba la creación de intereses: el comercio, las comunicaciones, la religión, las fuerzas armadas o la cultura.
La crisis actual pone de manifiesto la disparidad entre los textos y la realidad. Sin embargo, Said en este análisis no presenta simplemente el origen de las concepciones orientalistas, sino también destacar su importancia, pues el intelectual de hoy en día tiene toda la razón al creer que se evade la realidad cuando pasamos por alto una región del mundo. El orientalismo puede enseñar al intelectual de nuestros días, por un lado, a limitar o a expandir los alcances de su disciplina, siempre dentro de los límites de la realidad. El orientalismo puede enseñarle al intelectual a ver el terreno humano en el que nacen, crecen y mueren los textos, las ideas, los métodos y las disciplinas. Investigar el orientalismo es, también, proponer caminos intelectuales para el manejo de los problemas metodológicos que la historia misma se creó al estudiar el Oriente.
 
Bibliografía
Araújo, Nara y Delgado, Teresa (selecc.), Textos de teorías y críticas literarias. (Del formalismo a los estudios postcoloniales), México: Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa, Universidad de la Habana, 2003.
 

domingo, 17 de febrero de 2013

"R. Williams: el inicio de una revolución teórica-cultural"


Los inicios de los Estudios culturales plantearon la necesidad de analizar la cultura dentro de un sistema social, por lo tanto las condiciones sociales e históricas incluirían al arte y a la literatura dentro de un sistema más complejo que establece relaciones entre arte y estructura económica, histórica y social. El primero en establecer las bases de dicho análisis fue Raymond Williams (Reino Unido 1921 – 1988), este ensayo establecerá la relación entre la obra de Williams titulada Cultura y sociedad. 1780 -1950. De Coleridge a Orwell y su productor, consumidor y contexto.

 

  • Productor

Raymond Williams es una figura legendaria de lo ahora conocido como “Estudios culturales”. En su juventud colaboró en campañas de solidaridad con España y China, su internacionalismo lo llevó a adjuntarse en una experiencia personal en La Segunda Guerra Mundial, fue activo en la campaña de solidaridad con Vietnam y en varias coaliciones en contra del Poder Militar Británico. El activismo político que Raymond Williams llevó a cabo durante su vida fue un eje crucial en sus reflexiones para una teoría cultural.

 

Williams dedicó su vida y obra a establecer las bases para una teoría cultural. Williams subraya la necesidad de explorar las relaciones entre diversas y específicas actividades humanas dentro de las situaciones históricas. El acercamiento al elemento de la producción en la obra de Raymond Williams se centrará en el Prólogo de la primera edición, el Prólogo a la edición de 1987 y las Conclusiones de su libro Cultura y sociedad. 1780 -1950. De Coleridge a Orwell. El título del original en inglés es Culture and society. Coleridge to Orwell, este libro prosiguió a la investigación iniciada con la fundación de la revista Politics and Letters de la que fue editor Raymond Williams entre 1946 y 1948, el objetivo de la revista se fundamentó en explorar y reinterpretar la tradición que describe la palabra “cultura” en términos de la experiencia de su generación. También partes del libro fueron publicadas en Universities and Left Review[1], esta revista se distinguió por su rechazo a la ortodoxia del partido laborista británico y al legado del Partido Comunista en Gran Bretaña. En 1950 comenzó a escribir el libro que estuvo en prensa mientras que Williams meditó sobre las direcciones en que podían avanzar con provecho a los trabajos realizados en la edición de su revista:

 

Me parece, en primer lugar, que estamos llegando, desde distintos caminos, a un punto en que podría elaborarse efectivamente una nueva teoría general de la cultura. En este libro procuré aclarar la tradición, pero puede ser posible avanzar desde aquí hacia una plena reformulación de los principios que tome la teoría de la cultura como una teoría de las relaciones entre los elementos pertenecientes a todo un modo de vida (Raymond Williams, 2001: 8).

 

Tal como afirman sus palabras anteriores, en el Prólogo de la primera edición de su libro Cultura y sociedad. 1780 – 1950. De Coleridge a Orwell, considera imperante examinar los procesos detallados de la cultura, asimismo una revisión de la historia cultural recibida en relación con los temas del alfabetismo, los niveles educativos y la prensa, es necesario realizar estudios pormenorizados de los problemas sociales y económicos de la expansión cultural como herramientas para formular una política común adecuada. Sin embargo es interesante resaltar que en el Prólogo a la edición de 1987, Williams ve su estudio de una forma diferente:

 

Ya han pasado más de 25 años desde que escribí Cultura y Sociedad. A veces, cuando lo releo todo o en parte, me parece que es como leer un libro escrito por otro. No obstante, fue en él donde encontré por primera vez una posición que expresaba mi idea de lo que había pasado y aún estaba pasando en la civilización industrial y en su arte y su pensamiento. Desde entonces desarrollé y en ocasiones modifiqué determinados aspectos y juicios, pero no renuncié a mi opinión de que una de las formas fundamentales de entender los dos extraordinarios siglos que cambian tan enormemente el mundo y que subyacen a su gran crisis actual consiste en valerse de la reflexión detallada y compleja sobre la cultura que ha sido tan activa y vibrante en todas sus etapas (Raymond Williams, 2001: 9).

 

            Cultura y sociedad. 1780 -1950. De Coleridge a Orwell se publicó en 1958, fue considerado como un texto fundador de la nueva izquierda británica, el mismo Williams en este Prólogo menciona que este libro junto con su libro The Long Revolution,  The Uses of Literacy de Richard Hoggart y William Morris y La formación de la clase obrera en Inglaterra de E. P. Thompson para poner en marcha una nueva tradición intelectual y política, su respuesta en el Prólogo a la edición de 1987 es interesante:

 

Toca a otros decirlo. La historia, en realidad, es muy compleja. Pero recuerdo que en 1968 se decía algo diferente. Estos libros, o algunos de ellos, todavía eran respetados, pero a menudo se les atribuía una especie de radicalismo cultural que desde entonces quedó a la zaga de un tipo de socialismo más claro, más duro y, en rigor, más tradicional. Sea como fuere, sé que elaboré algunos de los argumentos en ese sentido, por razones a las que todavía adhiero (Raymond Williams, 2001: 10 – 11).

 

Estos prólogos son interesantes al relacionarlos con las Conclusiones de este mismo libro por los planteamientos que expone sobre la idea de cultura, la democracia de masas y los puntos de una cultura incluyente. En las conclusiones se define la idea de cultura como la reacción general a un cambio general y fundamental en las condiciones de nuestra vida común, en las cuales el hombre tiene una intervención directa, también la idea de cultura es un proceso, tres fases principales contribuyen a entender las fases de la idea de cultura, la de la industria, la cuestión de la democracia y la cuestión del arte. Las bases de la teoría cultural que desarrolló Williams se plantearon el problema de la emancipación y de la cultura como ejercicio de la democracia.

 

            La crítica que desarrolla Raymond Williams en sus conclusiones es precisamente a la democracia caracterizada simplemente como el proceso mediante el cual una clase dominante encauza su tarea de gobernar, para la cual las masas constituyen una amenaza a la cultura, estos conceptos de masa y democracia de la clase en el poder son productos de la revolución industrial; así el desarrollo de la idea de cultura ha sido una crítica de lo que se denominó la idea burguesa de sociedad, esta crítica se debe fundamentar en el desarrollo de una cultura común, cuyo principal objetivo es “Liberarse de la ilusión de la existencia objetiva de “las masas” e inclinarse a la adopción de una concepción más real y activa de los seres humanos y sus relaciones es, de hecho, realizar una nueva libertad (Raymond Williams, 2001: 273)”.

  • Consumidor
 
El presente apartado se abocará a la relación entre consumidor y obra en Cultura y sociedad. 1780-1950 De Coleridge a Orwell, en dicho texto, el autor aborda las relaciones que entablan la cultura, la política y la industria dentro de la sociedad y los grupos que la integran; de igual modo, reconstruye la evolución y los cambios que han enfrentado cada uno de estos espacios sociales.
 
            En los modos en que se relacionan cultura, política e industria, para Williams, sobresale uno y es el de los mass media. En este confluyen tanto los intereses ideológicos, económicos y culturales. En lo ideológico está la reproducción de un cierto modo de pensar que las clases dominantes buscan propiciar en las clases subalternas, o como diría el autor, las masas.
 
            Esto último asociado al rubro de obra y consumidor nos permite comentar lo siguiente: Raymond Williams no mira con malos ojos a los mass media sino al contenido que éstos difunden pues en su mayoría los contenidos son de ínfima calidad aunque el alcance que poseen es muy importante. Para Williams, la comunicación masiva empieza desde la aparición de la imprenta y del libro y va desarrollándose tecnológicamente con la aparición del telégrafo, la radio, la fotografía hasta la aparición de la televisión. Lo anterior puede ser aplicado al caso propio del autor, pues su obra ha tenido como su principal medio de difusión al libro, impreso (formato que asumió en sus primeras ediciones) y digital (actualmente). Lo digital ha agilizado la difusión y abaratado los costos. Sin embargo, no se ha hecho más asequible a las clases populares desde el momento en que su medio de comunicación es la palabra escrita, restringida no sólo para quienes pueden leer sino para aquellos que han tenido una educación superior al común de la gente. Lo cual limita su consumo a los individuos que conforman la élite cultural. Lo anterior se respalda considerando el hecho de que un porcentaje importante de las publicaciones de Raymond Williams ha salido de universidades que poseen prestigio mundial como Columbia University, Stanford University y Oxford. La interpretación que puede hacerse es el dominio ideológico y económico de dichas instituciones así como la legitimación de la obra de Williams.
 
            Por otro lado, cabe resaltar que el lenguaje del que se sirve el autor es claro, de fácil comprensión para cualquier universitario, es decir, su lenguaje no es un metalenguaje que implique el dominio de ciertos conceptos y que se aboque a determinados campos de estudio. En ese sentido, se puede concluir que Williams buscó el apoyo de universidades de prestigio por el alcance mediático que estas permiten.
 
  • Contexto
En el inicio de este ensayo al plantear la relación e productor y obra resaltamos la figura de Raymond Williams en tanto activa en las cuestiones políticas y sociales de su tiempo, asimismo es importante para plantear el análisis del contexto resaltar aspectos de su biografía que se relacionan con un contexto histórico particular.
 
Raymond Williams nace tres años después de la Gran Guerra o Primera Guerra Mundial (1914-1918), de la cual Reino Unido había sido parte de la Triple Entente (Francia, Rusia y R. Unido), ejércitos que combatirían a la Triple Alianza (Alemania, Austria-Hungría e Italia). Desde este periodo de guerra, la revolución bolchevique (y el comunismo, por supuesto), significó para algunos el acontecimiento que podía poner fin a la Guerra. Durante la Primera y Segunda Guerra las ideas de los diferentes sistemas políticos eran adoptadas en todos los países de Europa y de América por grupos minoritarios que se mostraban en contra del sistema imperante. Gran Bretaña era un reino que practicaba la tradición democrática desde el siglo XIX, sin embargo, eso no impidió que el carisma del Comunismo albergara en el centro del movimiento a intelectuales que llevarían sus análisis sociológicos, más allá de la mera política y economía. En este periodo destaca el Círculo de Birmingham que estuvo constituido por Marxistas británicos que habían sido miembros del Partido Comunistas, del cual se alejan a causa de diferencias con el sector ortodoxo del partido, y se abocan al estudio de la historia cultural.
Así, en el análisis que planteamos, el texto  es un reflejo del contexto. La escritura de Cultura y Sociedad  es realizada durante el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial  (1939-1945), una guerra en la que convergieron nuevos sistemas políticos: el sistema democrático, el nazista-fascista y el comunista.
 
El contexto se refleja en la obra ya que en ésta la historia de la cultura, en relación a la sociedad, se realiza a través de la lupa de la teoría marxista o la lucha de clases que, a su vez, es uno de los fundamentos del comunismo.
 
Sin embargo, la obra también refleja al contexto en la medida en la que analiza y reflexiona sobre los prejuicios de la burguesía que, lejos de democratizar, acentúan la franja elitista entre la alta y baja cultura (lo cual no debería existir en una verdadera sociedad democrática).
 
Masa es todo y nada. Es todo cuando utilizamos el término para señalar al otro, al populacho. Y es nada cuando otro, nos señala a nosotros como parte de ese conglomerado despectivamente llamado populacho. Es un imaginario que no tendrá cabida en la medida en la que la sociedad genere su propia igualdad cultural (sociedad, economía y política), con la aceptación y eliminación de miedos y prejuicios de la burguesía y el aporte solidario de la clase obrera.
 
La comunicación entre la obra y el contexto se da en dos niveles:
                               I.            En la influencia del contexto político comunista que aporta los fundamentos para el análisis de la lucha de clases.
                            II.            En la sociedad que merecemos dentro de ese entramado complejo cultura-economía y política: una sociedad comunitaria, igualitaria, democráticamente auténtica, con pleno acceso a la cultura, con igualdad de posibilidades y de juicios estéticos.
 
Anahí Calderón
Diana Elena García
Linén Rojas Romero
Bibliografía
 
SAN JUAN, E. Jr., “Raymond Williams and The Idea of Cultural Revolution”, College Literature,Vol. 26, No. 2, Spring, 1999, pp. 118 – 136,  http://www.jstor.org/stable/25112456
 
Universities and Left Review: http://newleftreview.es/history
WILLIAMS, Raymond, Cultura y sociedad. 1780 – 1950. De Coleridge a Orwell, Buenos Aires, Nueva Visión, 2001.
 
 

martes, 12 de febrero de 2013

La idea de cultura en Raymond Williams


En las conclusiones de su libro Cultura y Sociedad. 1780 - 1950. De Coleridge a Orwell (2001), Raymond Williams examina la idea de cultura en una sociedad industrial, su interés es contestar la pregunta de la relación entre la cultura y la democracia.
Para Raymond Williams la historia de la idea de la cultura y la democracia son creadas por hombres en un tiempo específico, para el autor la idea de cultura es una reacción a un cambio de la vida común, también la cultura es un proceso que no puede considerarse que se desarrolla como un dogma; tres cuestiones sobre la cultura describen consideraciones importantes sobre la relación entre cultura y sociedad:
1.- El cambio industrial, en el que en la producción maquinista se observa el problema de las relaciones sociales dentro de un sistema productivo industrial.
2.- La cuestión de la democracia y su relación con la supremacía popular que se vio como una amenaza a los valores minoritarios.
3.- En la cuestión del arte que se insistió en su valor independiente y en la importancia de sus cualidades para la vida social, también el arte se consideró como un valor en sí mismo separado de un sistema social.
Las tres cuestiones anteriores delinean la crítica cultural de Raymond Williams, que quiere establecer la importancia de la cultura para acceder a la democracia, es por ello que la "idea de masa" es relevante en su crítica. "Masa", explica el crítico, fue una nueva palabra para designar "populacho", tres tendencias confirmar su definición:
  • La concentración demográfica en las ciudades industriales que prosiguió con la urbanización.
  • La concentración de trabajadores en las fábricas.
  • El desarrollo correspondiente de una clase obrera organizada y en proceso de organización.
Sin embargo, en los albores de la sociedad industrial las masas constituían una amenaza a la cultura; ya que se les vio como una amenaza al pensamiento individual. Sobre todo con la emergencia de los trabajadores en las fábricas y la intención del trabajador de cambiar a la sociedad, intención que se desprende de la clase media. El análisis cultural de Williams parte  de componentes sociales como es el concepto de "masas", cuyo concepto alerta sobre ciertos problemas de una sociedad democrática moderna en la que la democracia de masas es una observación y un prejuicio, como observación la expresión "democracia de masas" alerta sobre la relevancia de los medios masivos de comunicación en la opinión pública, en tanto prejuicio el gobierno de la mayoría es el gobierno de las masas, para Raymond Williams lo cuestionado no es la democracia de masas sino la democracia (Raymond Williams: 123), la democracia de masas es lo opuesto a la democracia de clase, esta última se caracteriza por los procesos de la clase dominante para gobernar. Raymond Williams explica que las masas no pueden ser la mayoría ya que lo público nos incluye pero no es igual al individuo, no hay masas; hay formas de ver en una sociedad industrial. Las formas de ver no se corresponden con las interpretaciones de los medios de comunicación masiva, los cuales funcionan como una forma de dominación y control, en lo cultural como un mecanismo de enajenación. Es por ello que para Williams la concepción de las personas como masas no surge de una incapacidad de conocerlas, sino del hecho de interpretarlas de acuerdo con una fórmula, por lo tanto los medios de comunicación masiva sólo reproducen la negación de la democracia.
Raymond Williams destaca que reflexionar sobre la comunicación implica elaborar conclusiones sobre lo social, en una sociedad que tiene como base la producción industrial la comunicación sólo tiene una función de mecanismo de dominación de las masas, en el que una minoría debe sacar provecho de la utilización de una mayoría, este perjuicio a la comunicación es el síntoma de un fracaso básico de la comunicación (Raymond Williams: 259). Así, el desarrollo de la idea de cultura ha sido una crítica de lo que se denominó la idea burguesa de sociedad, en la que aunque las conclusiones fueron grupos incompatibles con las ideas de solidaridad emanados de proyectos del comunismo y del socialismo, se debe enfatizar que en la cultura están arraigados los valores de la humanidad. Por lo tanto, para Williams, la idea de solidaridad es el fundamento real de una sociedad (p. 273) cuyos principales ejes son:
1.- Alcanzar la diversidad sin generar separación, incluso dar cabida a la variación y a la disidencia.
2.- La construcción de una comunidad implica una exploración.
3.- La libertad práctica de prensamiento y expresión como una necesidad común.
Para la crítica cultural la idea de una cultura común reconoce una relación social y el desarrollo de la oportunidad de crecimiento en el reconocimiento de la multiplicidad, la crítica cultural es la práctica de la libertad: "Liberarse de la ilusión de la existencia objetiva de "las masas" e inclinarse a la adopción de una concepción más real y activa de los seres humanos y sus relaciones es, de hecho, realizar una nueva libertad" (Raymond Williams, 2001: 273).
Bibliografía:
WILLIAMS, Raymond. "Conclusión" pp. 245 - 275 en Cultura y Sociedad. De Coleridge a Orwell. Buenos Aires: Nueva Visión, 2001.

Imagen: Fotografía actual de un grupo de Rock Tsotzil que combina sus tradiciones indígenas con aspectos occidentales.
 


miércoles, 6 de febrero de 2013

Raymond Williams y el comienzo de los Estudios Culturales

Raymond Williams fue uno de los fundadores de los Estudios Culturales, su principal aporte fue definir la búsqueda y el objetivo de los Estudios Culturales como el materialismo cultural. En su primer obra Cultura y Sociedad (1958), Williams critica la tradición conservadora inglesa del pensamiento social, criticó que los ideales de perfección se mantuvieran alejados de la vida material social, en The Long Revolution (1961) ataca la tradición burguesa liberal con el objetivo de acercarse a una nueva forma de teorizar la cultura. Williams propone un punto de vista que define "cultura" a través de las relaciones entre los social, lo político y lo histórico, enfatiza las conexiones, disonancias y negociaciones interactivas que despliegan los conflictos y cambios implicados en patrones de aprendizaje y comunicación, Williams busca responder qué lugar ocupa el arte en la sociedad y cómo forma parte de ésta. Para Williams el arte es una actividad, considera a la cultura como una constelación de actividades del ser humano, entre las que se encuentra el arte y la literatura. En La Sociología de la Cultura, Williams se aproxima a la cultura como un sistema a través del cual un orden social es comunicado, en La Nación y la Ciudad (1973) relaciona la escritura con sus antecedentes históricos, entediendo la historia como un proceso en el cual las formas son creadas por las relaciones sociales. La aportación de Raymond Williams fue establecer la relación de la cultura con las relaciones sociales, para ello se sustentó en los siguientes puntos:
1. A partir de 1970 Williams desarrolló una postura teórica llamada "materialismo cultural" que definió como el análisis de las formas de significación dentro de las condiciones reales de su producción.
2. En 1976, designa su enfoque como materialista y dialéctico, explica que su teoría de la cultura parte del proceso productivo de prácticas específicas como un uso social. Su objetivo es elaborar una teoría de las variaciones históricas del proceso cultural, el cual se relaciona con una teoría social, histórica y política. Williams entiende la cultura como una práctica social y material que se sustenta en los procesos de producción que componen a la sociedad.
3.Williams descubrió la teoría de la hegemonía de Gramsci y relaciona el concepto de "hegemonía" con las prácticas humanas, en donde la hegemonía es el límite al sentido común que se presenta consenso de la mayoría, así la hegemonía pone en primer plano el hecho de la dominación y del mismo modo se revela la resistencia que ésta implica. El concepto de hegemonía permite a Williams integrar los tres niveles de Cultura: la cultura en un tiempo determinado, el registro cultural y la cultura de la tradición selectiva. Raymond Williams se apoya en el concepto de hegemonía para comprender la interacción entre los significados oposicionales y emergentes.
4. Williams evita la reducción de la estética formalista para enfatizar la transformación de la materia social, específicamente de la produccion cultural, considerándola como social y material; lo que implica un significado material de la producción cultural, el carácter social del lenguaje y la determinación histórica de las prácticas culturales. Williams insiste en que la cultura nos es la propiedad o creación de una minoría privilegiada.
5. Raymond Williams reflexionó sobre los usos de la Teoría Cultural. Para Williams, la cultura es un sistema de significado que está imbricado en un complejo de actividades, relaciones e instituciones de la vida cotidiana. Williams insistió en que la Teoría Cultural necesita ser examinada a partir de situaciones sociales e históricas concretas, subraya la necesidad de explorar las relaciones entre diversas y específicas actividades humanas dentro de las situaciones históricas, lo que nos llevaría a comprender cómo cambian las artes, en donde el cambio es un indicio en un proceso histórico dinámico, así la cultura se convierte en el lugar por excelencia del poder antagónico.
6. Los Estudios Culturales están comprometidos no sólo particularmente con obras, también con instituciones y formaciones intelectuales, lo que requiere análisis históricos y estructurales que determinen el propósito, la intención y las consecuencias.
7. Para Raymod Williams la vocación del análisis cultural es la lectura partcicular de la situación contemporánea sin utopías, es decir conformar un proyecto de emancipación.