Para entender los
planteamientos actuales del post marxismo es necesario repasar de manera
general los fundamentos marxistas, así por ejemplo hallamos la preeminencia del
materialismo histórico, el cual se propone comprender primero las condiciones
históricas que han producido los hechos sociales que devienen en históricos. Este
ensayo tomará como base las ideas de Terry Eagleton de su capítulo “Crítica
marxista”, también partiremos de la idea de los antecedentes del post marxismo
en un Marxismo occidental.
El Marxismo occidental
tuvo como base recursos idealistas, de este se desprendió una estética marxista
que fue en su mayor parte una amalgama de idealismo y materialismo,
especialmente en su desarrollo postbolchevique, la vulnerabilidad del marxismo
occidental a las deformaciones idealistas está sobre todo en su relativa
separación de la práctica de la revolución de masas y el destino de la mayor
parte de la “estética marxista” fue reproducir esta condición a un nivel
específico, sólo desde esta perspectiva política materialista se puede desafiar
el significado de mucho de lo que se ha hecho pasar por estética marxista.
Los textos sobre
estética de Marx y Engels muestran un humanismo antropológico, una incipiente
antropología de la cultura y una ideología en deuda con la estética de Hegel,
el único texto de Marx que podría mostrarnos algo acerca de una estética
política es El dieciocho Brumario de Luis
Bonaparte, sin embargo este texto no se ocupa del tema de una estética
política.
Para Terry Eagleton las
semillas de la teoría materialista de la práctica cultural están presentes en
Marx y Engels en lo que desarrollan sobre “cultura”, sin embargo en ambos no
puede hablarse de principios teóricos (131).
La crítica marxista
data a partir de la obra de Franz Mehring y Georgi Plejanov, cuyo determinismo
mecanicista combina una política reformista o menchevique con una historia
cultural reduccionista (Terry Eagleton: 131). El historicismo de Plejanov no
podía justificar conceptos como la belleza, por lo que tuvo que recurrir a la
estética de Kant. Las cuestiones estéticas en el caso de Marx y Engels quedaban
sin teorizar o se discutían a partir del lenguaje de Hegel, por lo que
requirieron una importación consciente de ideología burguesa.
La crítica marxista se
fundó como una incómoda alianza entre dos de las principales variantes
dominantes durante el fin de siglo de dicha ideología: el positivismo
sociológico y el neo-idealismo kantiano; Trotski se encontró atrapado en esta
misma dualidad:
- El
materialismo histórico podía explicar la génesis y el contenido ideológico
del arte,
- Pero las cuestiones de forma debían ser relegadas hasta cierto punto a los estéticos.
En consecuencia, la
brecha entre marxismo y el formalismo se endureció, prolongada por la supresión
de Stalin de la llamada escuela de Bajtin. Terry Eagleton considera que la
crítica marxista se cuestionó desde su mismo nacimiento la viabilidad de su
proyecto y se dirigió en busca de ayuda a la burguesía.
En 1926, Trotski y la
oposición de izquierdas fueron expulsados del proyecto de Stalin, en este mismo
año Stalin hizo su primera formulación explícita de la doctrina del socialismo.
George Luckács repudió el idealismo de Historia
y conciencia de clase, para Eagleton, Luckács acató la línea estalinista,
la posterior carrera de Luckács representa un intento sostenido e internamente
coherente de reconciliar el estalinismo y el humanismo burgués. La labor de
Luckács fue vender la cultura burguesa a los estalinistas y la defendió contra
aquellos cuyo intento de ruptura con las formas culturales burguesas amenazaban
el colaboracionismo de clase que la Unión Soviética buscaba para proteger su
soberanía.
Luckács representa un
repertorio de idealismos con una complicidad estalinista con valores burgueses
progresistas. Estos temas posteriores emergen en sus notables querellas de los
años treinta con Bertolt Brecht, que se centran en un conflicto entre:
- el
realismo y
- la experimentación
Las formas
experimentales que para Brecht eran un imperativo urgente en lucha contra el
fascismo; eran para Luckács parte de una herencia “irracional” de la que el
fascismo era una grotesca culminación.
Luckács
versus Brecht
Detrás del antagonismo
entre Luckács y Brecht se encuentran concepciones opuestas acerca del problema
de la “racionalidad”. Para Luckács, con su emparejamiento clásico de empirismo
e idealismo, lo racional es lo que refleja fielmente lo real, asume que la
epistemología y la ontología correctas producirían un arte significativo con un
dominio apropiado de la técnica.
Brecht
y su sentido de la “racionalidad”
El sentido de la
racionalidad de Brecht se diferencia en importantes aspectos del de Lúckacs,
para Brecht el arte constituye una presentación de lo real, no un preludio al
momento dramático. La práctica de Brecht consiste en persuadir para que se viva
una nueva relación discursiva y práctica con lo real. Para Brecht, la
racionalidad es inseparable del escepticismo, el experimento, el rechazo y la
subversión. No se trata como en el caso de Lúckacs de ahondar en deformaciones
ideológicas del objeto para limitarlo a lo real, cuya reproducción artística o
teórica es racional. Para Brecht se trata más bien de la racionalidad como
práctica y producción. Brecht se corresponde con un pensamiento dialéctico por
el cual el objeto es infinitamente construido y deconstruido, conjurado y
desagarrado.
Luckács,
Brecht y el estalinismo
Tanto las nociones de
racionalidad de Luckács como las de Brecht están enfrentadas con el
estalinismo. Lúckacs, al luchar por conservar el poder de la razón crítica como
herencia de la estética y filosofía burguesas se une en puntos cruciales al
estalinismo. Por su parte, Brecht sostuvo en su práctica artística una versión
de la racionalidad, que en su cuestionamiento crítico iba a contracorriente de
la ortodoxia estalinista.
Las
contradicciones de acuerdo al marxismo
Terry Eagleton señala
que al intentar definir la diferencia entre dos clases de racionalidad en
Luckács y Brecht, en realidad se emprende la búsqueda del concepto marxista de
contradicción (136). Para Brecht la realidad social era contradictoria en su
misma existencia, en tanto que Lukács reemplaza “existencia” por “esencia”. Eagleton
explica que la formación social capitalista es una totalidad de
contradicciones; por tanto, lo que determina cada contradicción es la unidad
que forma con otras; de acuerdo con esto, la verdad de la contradicción es la
unidad (137).
Uno de los logros más
importantes de Brecht fue haber reemplazado las definiciones estéticas y
ontológicas del realismo proferidas por Luckács. Eagleton considera que en un
estado más antiguo de la acumulación industrial capitalista donde la
experiencia ideológica dominante era la de la fragmentación, el realismo
literario cumplió un papel progresista al revelar interconexiones encubiertas,
al demostrar, en suma, el poder de algo parecido a un sistema, una vez que este
sistema había quedado configurado dentro de esta experiencia ideológica en la
forma de monopolio, la modernidad en el arte llegó como resistencia (141).
Escuela
marxista del althusserianismo
Louis Althusser y
Pierre Macherey adoptan una versión de la formación social estructural –
funcionalista. Para Marcherey el arte distancia y cuestiona lo ideológico y nos
hace percibirlo con mayor claridad, el arte puede cuestionar una ideología
dominante, esta estética se encuentra en la corriente del marxismo occidental
que rechazó relacionarse con el estalinismo: la escuela de Fráncfort.
Para Terry Eagleton, el
problema de la estética marxista es ante todo el de la política marxista; los
antecedentes en la Rusia post-revolucionaria se deben observar junto con la
cultura revolucionaria que creó, por ejemplo, el teatro estatal de Moscú o las
celebraciones de la revolución bolchevique, implicaron una práctica cultural
revolucionaria.
Post
Marxismo
Los principales
estéticos marxistas de este siglo son Luckács, Goldmann, Sartre, Caudwell,
Adorno, Marcuse, Della Volpe, Macherey, Jameson, Eagleton. Es importante
resaltar que la crítica marxista surge de contextos políticos y su objetivo es
una práctica cultural revolucionaria. La realización de un análisis marxista de
los objetos culturales es un proyecto indispensable, estos objetos son uno de
los terrenos en los cuales la clase dominante ha decidido imponer su hegemonía.
La crítica
post-marxista no tiene propiamente un objetivo, la principal misión del “crítico
marxista” es participar activamente en la emancipación cultural de las masas y
ayudar a dirigirla, así la política asignará a la teoría cultural marxista sus
tareas.
El proyecto de una
crítica literaria revolucionaria se fundamentaría en los siguientes puntos:
- Desmantelaría
los conceptos dominantes de la “literatura” reinsertando los textos
literarios en el campo de las prácticas culturales en general.
- Procuraría
relacionar estas prácticas con otras formas de actividad social y
transformar las estructuras culturales mismas.
- Articularía
su análisis cultural mediante una intervención política coherente.
- Deconstruiría las jerarquías literarias recibidas y valoraría de distinta forma los juicios.
Bibliografía
Eagleton, Terry. “Crítica
marxista” pp. 129 – 156, en Walter
Benjamin o hacia una crítica revolucionaria. Madrid: Cátedra. 1981.
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