martes, 28 de mayo de 2013

Post Marxismo: hacia una crítica revolucionaria


Para entender los planteamientos actuales del post marxismo es necesario repasar de manera general los fundamentos marxistas, así por ejemplo hallamos la preeminencia del materialismo histórico, el cual se propone comprender primero las condiciones históricas que han producido los hechos sociales que devienen en históricos. Este ensayo tomará como base las ideas de Terry Eagleton de su capítulo “Crítica marxista”, también partiremos de la idea de los antecedentes del post marxismo en un Marxismo occidental.

El Marxismo occidental tuvo como base recursos idealistas, de este se desprendió una estética marxista que fue en su mayor parte una amalgama de idealismo y materialismo, especialmente en su desarrollo postbolchevique, la vulnerabilidad del marxismo occidental a las deformaciones idealistas está sobre todo en su relativa separación de la práctica de la revolución de masas y el destino de la mayor parte de la “estética marxista” fue reproducir esta condición a un nivel específico, sólo desde esta perspectiva política materialista se puede desafiar el significado de mucho de lo que se ha hecho pasar por estética marxista.

Los textos sobre estética de Marx y Engels muestran un humanismo antropológico, una incipiente antropología de la cultura y una ideología en deuda con la estética de Hegel, el único texto de Marx que podría mostrarnos algo acerca de una estética política es El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, sin embargo este texto no se ocupa del tema de una estética política.

Para Terry Eagleton las semillas de la teoría materialista de la práctica cultural están presentes en Marx y Engels en lo que desarrollan sobre “cultura”, sin embargo en ambos no puede hablarse de principios teóricos (131).


La crítica marxista data a partir de la obra de Franz Mehring y Georgi Plejanov, cuyo determinismo mecanicista combina una política reformista o menchevique con una historia cultural reduccionista (Terry Eagleton: 131). El historicismo de Plejanov no podía justificar conceptos como la belleza, por lo que tuvo que recurrir a la estética de Kant. Las cuestiones estéticas en el caso de Marx y Engels quedaban sin teorizar o se discutían a partir del lenguaje de Hegel, por lo que requirieron una importación consciente de ideología burguesa.
 
La crítica marxista se fundó como una incómoda alianza entre dos de las principales variantes dominantes durante el fin de siglo de dicha ideología: el positivismo sociológico y el neo-idealismo kantiano; Trotski se encontró atrapado en esta misma dualidad:
 
  • El materialismo histórico podía explicar la génesis y el contenido ideológico del arte,
  • Pero las cuestiones de forma debían ser relegadas hasta cierto punto a los estéticos.
 
En consecuencia, la brecha entre marxismo y el formalismo se endureció, prolongada por la supresión de Stalin de la llamada escuela de Bajtin. Terry Eagleton considera que la crítica marxista se cuestionó desde su mismo nacimiento la viabilidad de su proyecto y se dirigió en busca de ayuda a la burguesía.
 
 

En 1926, Trotski y la oposición de izquierdas fueron expulsados del proyecto de Stalin, en este mismo año Stalin hizo su primera formulación explícita de la doctrina del socialismo. George Luckács repudió el idealismo de Historia y conciencia de clase, para Eagleton, Luckács acató la línea estalinista, la posterior carrera de Luckács representa un intento sostenido e internamente coherente de reconciliar el estalinismo y el humanismo burgués. La labor de Luckács fue vender la cultura burguesa a los estalinistas y la defendió contra aquellos cuyo intento de ruptura con las formas culturales burguesas amenazaban el colaboracionismo de clase que la Unión Soviética buscaba para proteger su soberanía.

Luckács representa un repertorio de idealismos con una complicidad estalinista con valores burgueses progresistas. Estos temas posteriores emergen en sus notables querellas de los años treinta con Bertolt Brecht, que se centran en un conflicto entre:
  • el realismo y
  • la experimentación
 
Las formas experimentales que para Brecht eran un imperativo urgente en lucha contra el fascismo; eran para Luckács parte de una herencia “irracional” de la que el fascismo era una grotesca culminación.
 
 
Luckács versus Brecht
 
Detrás del antagonismo entre Luckács y Brecht se encuentran concepciones opuestas acerca del problema de la “racionalidad”. Para Luckács, con su emparejamiento clásico de empirismo e idealismo, lo racional es lo que refleja fielmente lo real, asume que la epistemología y la ontología correctas producirían un arte significativo con un dominio apropiado de la técnica.
 
Brecht y su sentido de la “racionalidad”
El sentido de la racionalidad de Brecht se diferencia en importantes aspectos del de Lúckacs, para Brecht el arte constituye una presentación de lo real, no un preludio al momento dramático. La práctica de Brecht consiste en persuadir para que se viva una nueva relación discursiva y práctica con lo real. Para Brecht, la racionalidad es inseparable del escepticismo, el experimento, el rechazo y la subversión. No se trata como en el caso de Lúckacs de ahondar en deformaciones ideológicas del objeto para limitarlo a lo real, cuya reproducción artística o teórica es racional. Para Brecht se trata más bien de la racionalidad como práctica y producción. Brecht se corresponde con un pensamiento dialéctico por el cual el objeto es infinitamente construido y deconstruido, conjurado y desagarrado.
Luckács, Brecht y el estalinismo
Tanto las nociones de racionalidad de Luckács como las de Brecht están enfrentadas con el estalinismo. Lúckacs, al luchar por conservar el poder de la razón crítica como herencia de la estética y filosofía burguesas se une en puntos cruciales al estalinismo. Por su parte, Brecht sostuvo en su práctica artística una versión de la racionalidad, que en su cuestionamiento crítico iba a contracorriente de la ortodoxia estalinista.
Las contradicciones de acuerdo al marxismo
Terry Eagleton señala que al intentar definir la diferencia entre dos clases de racionalidad en Luckács y Brecht, en realidad se emprende la búsqueda del concepto marxista de contradicción (136). Para Brecht la realidad social era contradictoria en su misma existencia, en tanto que Lukács reemplaza “existencia” por “esencia”. Eagleton explica que la formación social capitalista es una totalidad de contradicciones; por tanto, lo que determina cada contradicción es la unidad que forma con otras; de acuerdo con esto, la verdad de la contradicción es la unidad (137).
 
Uno de los logros más importantes de Brecht fue haber reemplazado las definiciones estéticas y ontológicas del realismo proferidas por Luckács. Eagleton considera que en un estado más antiguo de la acumulación industrial capitalista donde la experiencia ideológica dominante era la de la fragmentación, el realismo literario cumplió un papel progresista al revelar interconexiones encubiertas, al demostrar, en suma, el poder de algo parecido a un sistema, una vez que este sistema había quedado configurado dentro de esta experiencia ideológica en la forma de monopolio, la modernidad en el arte llegó como resistencia (141).
 
Escuela marxista del althusserianismo
 
Louis Althusser y Pierre Macherey adoptan una versión de la formación social estructural – funcionalista. Para Marcherey el arte distancia y cuestiona lo ideológico y nos hace percibirlo con mayor claridad, el arte puede cuestionar una ideología dominante, esta estética se encuentra en la corriente del marxismo occidental que rechazó relacionarse con el estalinismo: la escuela de Fráncfort.
Para Terry Eagleton, el problema de la estética marxista es ante todo el de la política marxista; los antecedentes en la Rusia post-revolucionaria se deben observar junto con la cultura revolucionaria que creó, por ejemplo, el teatro estatal de Moscú o las celebraciones de la revolución bolchevique, implicaron una práctica cultural revolucionaria.


 
Post Marxismo
 
Los principales estéticos marxistas de este siglo son Luckács, Goldmann, Sartre, Caudwell, Adorno, Marcuse, Della Volpe, Macherey, Jameson, Eagleton. Es importante resaltar que la crítica marxista surge de contextos políticos y su objetivo es una práctica cultural revolucionaria. La realización de un análisis marxista de los objetos culturales es un proyecto indispensable, estos objetos son uno de los terrenos en los cuales la clase dominante ha decidido imponer su hegemonía.
 
La crítica post-marxista no tiene propiamente un objetivo, la principal misión del “crítico marxista” es participar activamente en la emancipación cultural de las masas y ayudar a dirigirla, así la política asignará a la teoría cultural marxista sus tareas.
El proyecto de una crítica literaria revolucionaria se fundamentaría en los siguientes puntos:
 
  • Desmantelaría los conceptos dominantes de la “literatura” reinsertando los textos literarios en el campo de las prácticas culturales en general.
  • Procuraría relacionar estas prácticas con otras formas de actividad social y transformar las estructuras culturales mismas.
  • Articularía su análisis cultural mediante una intervención política coherente.
  • Deconstruiría las jerarquías literarias recibidas y valoraría de distinta forma los juicios.
 
    Bibliografía
    Eagleton, Terry. “Crítica marxista” pp. 129 – 156, en Walter Benjamin o hacia una crítica revolucionaria. Madrid: Cátedra. 1981.

 

 

 

 

 

 

 

 
 
 
 
 
 

 

 
 
 

 
 
 

 

 


 



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